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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Tres días con los endemoniados, de Alardo Prats y Beltrán, 1929. (5/7)

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TRES DÍAS CON LOS ENDEMONIADOS  Alardo Prats, 1929 Edición El Inquilino Guionista, 2020 Los niños embrujados Un grito unánime en las bocas: —¡Angelitos! ¡Angelitos! La gente, cruel y fanática que momentos antes contemplaba con un mal contenido regusto sensual —sensualidad extraña e inconfesable— las escenas que se han desarrollado hasta ahora en el semicírculo de la angustia, se siente transida, por un sentimiento de piedad. El espectáculo de estos tres niños que han depositado las brujas junto a los cirios encendidos junto el ara de los prodigios, conmueve las raíces de las almas más duras. —¡Angelitos! ¡Angelitos! —¿Cómo es posible que estos tres infantes sufran a su tierna edad los tormentos horribles de la posesión diabólica? —Interrogo. — ¡Voluntad de Dios! Hay niños que en el claustro materno ya son presa de la maléfica influencia de los diablos. No se puede medir hasta dónde llega el poder de un maleficio. ¡Ni el abismo insondable de brutalidad y superstición que estas palab...

Tres días con los endemoniados, de Alardo Prats y Beltrán, 1929. (4/7)

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TRES DÍAS CON LOS ENDEMONIADOS  Alardo Prats, 1929 Edición El Inquilino Guionista, 2020 La campana de los endemoniados Desde el alba al ocaso canta la campana de la ermita su canción de bronce batido, en el campanario tallado en la roca. Tiembla el clamor de su voz, grave, profunda, imponente, en el aire delgado y sutil de la fresca mañana. Voltejea como impulsada por un loco. Enmudece un instante y torna a cantar más a prisa; canción angustiosa que multiplican los ecos en las hondonadas de los montes, hasta que se pierde en el húmedo silencio del verdeobscuro terciopelo de los bosques de pinos y sabinas. Retumba en los pasadizos y túneles que conducen a la cueva, como si diez campanas a un mismo tiempo lanzasen sus clamores en loca algarabía sobre los abismos. Como si en el interior de cada espelunca de la montaña 10.000 demonios de los infernales ejércitos batiesen en 10.000 yunques las corazas de bronce para su defensa en la batalla de exorcismos que contra ellos han empezado la...

Tres días con los endemoniados, de Alardo Prats y Beltrán, 1929. (3/7)

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TRES DÍAS CON LOS ENDEMONIADOS  Alardo Prats, 1929 Edición El Inquilino Guionista, 2020 El pueblo escéptico y aprovechado Pueblo de Zorita. En la noche. Callejones retorcidos, en cuesta. Calles escalonadas, con el piso de gruesos guijos relucientes, afilados por el paso de las generaciones de nueve siglos. Trescientos vecinos se cobijan en estas casas, que escalan el montículo que les sirve de base, formando un laberinto de callejas de un encantador carácter medieval. El viejo reloj de la torre de la Iglesia —un torreón con aspecto de baluarte castrense— parece haberse librado del sincronismo tiránico del meridiano general. Las horas parecen interminables. Caen los lamentos de la campana, lentos, en la noche. Sobre las callejas pinas pesa el misterio del nocturno rural. Nos perdemos en el laberinto. Nos acompañan el cabo de la Guardia civil, comandante del puesto de Zorita, D. José Pitarch; el médico D. Enrique Boldó Gil y el secretario del Ayuntamiento, D. Enrique Morelló. —Todos ...

Tres días con los endemoniados, de Alardo Prats y Beltrán, 1929. (2/7)

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TRES DÍAS CON LOS ENDEMONIADOS Alardo Prats, 1929 Edición El Inquilino Guionista, 2020 La endemoniada de Codoñera Un amplio portal de piedra sin labrar da entrada a la hostería cercana a la cueva milagrosa. Para llegar a ésta se asciende por una escalera, empedrada de guijarros, en cuyos intersticios crece menuda hierba. Al final, un amplio zaguán, abierto a la noche y al abismo por dos arcos de esbeltas columnas.  Tiemblan unas luces mortecinas en la estancia, por donde van y vienen los romeros. En el alto techo y en las paredes con salientes rocosos, contradanza de sombras. Hasta la puerta del zaguán ha llegado una recua de caballerías, que conduce un grupo de campesinos. Se aprestan éstos a descargar uno de los animales. Lleva puesta sobre la albarda una enjalma de palmón.  Sobre la enjalma, una mujer envuelta en una manta negra, atada fuertemente, como un fardo, con cuerdas que le sujetan brazos y piernas: una endemoniada. Cinco campesinos intervienen en la faena. Desatan ...